Honor, responsabilidad y formación
DEUSTO BUSINESS SCHOOL | 07/06/2024
Ana Guzmán. Directora académica del programa Liderando desde el Consejo.
Dicen que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Es una frase hecha que se hizo especialmente famosa con los cómics de Spiderman, pero cuyo origen se remonta al menos al siglo I a.C en alusión a la espada de Damocles. Y sigue siendo perfectamente válida hoy en día.
La aspiración de muchos directivos y directivas, de muchos profesionales es llegar a formar parte de un consejo de administración como colofón a su carrera profesional y como forma de devolver a la sociedad los conocimientos y la experiencia adquirida. Se trata de un honor y un reconocimiento que exige no solo actuar con responsabilidad sino también contar con los conocimientos requeridos para poder formar parte del órgano de administración de una empresa y desempeñar satisfactoriamente el papel asignado, así como estar al día de todas las novedades surgidas al respecto.
La formación de los miembros del consejo de administración es cada vez más necesaria e imprescindible en el requerimiento de la profesionalización de los órganos de gobierno porque hay múltiples factores que inciden en el desarrollo de su función. Algunos de ellos tienen que ver con la volatilidad e incertidumbre de los tiempos líquidos que vivimos, parafraseando a Zygmunt Bauman.
Pero otras cuestiones están relacionadas directamente con la propia evolución de las funciones del consejo de administración derivada de las sucesivas nuevas regulaciones y de la mejora del buen gobierno corporativo, tanto a través de legislación, como de recomendaciones.
Estas nuevas realidades suponen que pertenecer al órgano de administración de una compañía supone, como decíamos al inicio, un honor, pero enormes responsabilidades derivadas de su actividad y de las decisiones que se toman.
Uno de los principales objetivos del Buen Gobierno corporativo es favorecer la credibilidad, estabilidad, favoreciendo el crecimiento sostenible y creando valor a largo plazo.
Por ello, del consejo dependen cuestiones tan relevantes como la definición de la estrategia, sus políticas corporativas y la supervisión de su implementación, así como establecer mecanismos de control sobre la función ejecutiva, la elaboración y detección del mapa de riesgos que afecta a la empresa y a su actividad. Eso, sin olvidarse de los tradicionales riesgos de negocio y financieros, junto a los cada vez más relevantes no financieros como el geopolítico, el riesgo climático, el ciberriesgo o el reputacional, por ejemplo. Y todos ellos resultan ser claves para la continuidad de una empresa, por lo que es responsabilidad del consejo tenerlos perfectamente identificados para prevenirlos, detectarlos y mantener al día sus debidos planes de contingencia
Este gran poder de decisión tiene asociada una gran responsabilidad que queda reflejada en normas y códigos como el de buen gobierno corporativo de la CNMV, que otorga al consejo de administración la tarea de asumir, de manera tanto colectiva como unitaria, la responsabilidad directa sobre la administración social y la supervisión de la dirección de la sociedad.
Todo ello con un propósito claro, que es el de promover el interés social; y el propósito es común con independencia de cuál sea el origen o la causa del nombramiento del consejero o de la consejera. La puesta en práctica de adecuadas medidas de gobierno corporativo son claves en la creación de valor de las empresas y por tanto de la sociedad. Por ello cada vez son mayores las exigencias de transparencia, veracidad, honestidad, buenas prácticas y la manera en la que se han logrado los resultados.
Otro aspecto clave es el análisis previo y la definición de un mapa de competencias con los perfiles requeridos para formar parte del consejo de administración en función del negocio, mercado o estrategia y que su composición responda a dichas necesidades, así como la diversidad en su composición en lo referente a trayectoria, estudios, experiencia, edad, origen, género, e incluso nacionalidad. La diversidad siempre enriquece y aporta diferentes puntos de vista y conocimientos. Un mapa de competencias que sepa garantizar el negocio, mercado y estrategia de la compañía y que deberá revisarse periódicamente.
Así, tanto la búsqueda del bien común de la organización, como las posibles implicaciones legales derivadas de la responsabilidad asumida por todos los miembros del consejo, hacen imprescindible pensar en la profesionalización de los órganos de administración de las empresas y, por tanto, en la necesidad que tienen sus integrantes de mantener una formación actualizada de forma que sean capaces de responder de la manera más adecuada a la responsabilidad inherente a su cargo.Porque es cierto que la aportación de un buen consejo parte de su experiencia. Pero no hay que olvidar que el valor diferencial hoy en día pasa por el desarrollo de competencias específicas y de su adaptación al nuevo entorno empresarial.
Es fundamental que todos los miembros de los órganos de administración de las empresas sean del tamaño que sean, coticen o no, o se trate de empresas familiares o no, dispongan de la información necesaria para conocer los aspectos legales que les atañen y que sean conscientes de su papel a la hora de crear valor sostenible y compartido.
Tanto aquellos profesionales que ya hayan accedido a un consejo, como quienes aspiren a hacerlo deben conocer las diferentes tipologías, así como sus roles y dinámicas y, por supuesto, deben estar al día de las recomendaciones y tendencias en materia de buen gobierno corporativo. Pero junto a todas las enseñanzas anteriores, que quizá podrían encontrarse en muchos otros centros de formación, en Deusto Business School estamos convencidos de la importancia de la formación en valores; de la necesidad de aplicar la ética y el liderazgo humanista a las deliberaciones y decisiones de los consejos de administración de las empresas; de ejercer un estilo de gestión que busque el equilibrio económico, medioambiental y social en pro de la sostenibilidad del negocio y la seguridad de los stakeholders.
Por ello es clave el propósito de las personas que forman o quieren formar parte de un consejo. Como escuela de negocios jesuita llevamos en nuestro ADN la transformación empresarial y social mediante la responsabilidad, la sostenibilidad, la cooperación y el compromiso con la justicia y el bien común. Nuestro reto es que toda persona que pase por nuestra formación interiorice estos valores y los incluya como criterios en sus decisiones empresariales.
Las organizaciones precisan de consejos de administración bien formados que, al igual que la lluvia fina, sean capaces de ir empapando con su actuación la del resto de la empresa. Se requieren consejeros eficaces en sus negocios actuales, pero también capaces de estar abiertos a las innovaciones y de detectar nuevas oportunidades, para lograr con ello no solo un beneficio económico, sino también el desarrollo del bienestar de los distintos stakeholders y de la sociedad en general.