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Los robots compiten en coste con la mano de obra más barata

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PRENSA KUTXABANK | 03/04/2019

Iñaki Beristain Etxabe, Responsable de Inteligencia Competitiva y Estudios.

Se denominan “tendencias de fondo” a aquellas que van a suceder inevitablemente sin que podamos hacer nada para sortearlas. Se caracterizan además, porque sus repercusiones afectan a la generalidad de ámbitos y, en ocasiones, no somos conscientes de su existencia, lo que explicaría su ausencia en los procesos de planificación a medio o largo plazo. Finalmente, estas tendencias llevan aparejadas una serie de riesgos y oportunidades que es necesario identificar para evitar los primeros y sacar ventaja de las segundas respectivamente.

En la actualidad hay al menos tres fenómenos que se relacionan directamente con las tendencias de fondo. Se trata del envejecimiento de la población junto a los rápidos avances en la automatización de procesos y, en fin, las repercusiones asociadas a la combinación de ambas, que desembocan en mayores desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza. Este fenómeno último, no deseable colectivamente, justifica y exige la intervención del sector público, con políticas redistributivas y de igualación, para paliar los efectos perversos asociados al mismo. Atendiendo a los pronósticos formulados por estudios recientes, de prolongarse estas tendencias, llegaríamos a una especie de “tormenta perfecta” en el entorno del 2030.

Si nos aproximamos al fenómeno del envejecimiento de la población desde una perspectiva empresarial, podríamos desgajar al menos dos consecuencias del proceso. Por un lado, finaliza la época de abundancia de mano de obra en el mercado. Hasta ahora, las empresas, en términos generales, no habrían tenido mayores problemas a la hora de contratar trabajadores en el entorno en que desarrollan su actividad. Sin embargo, la entrada de la generación del “baby boom” en la etapa de la jubilación, acaba con la abundancia de mano de obra y da paso a una nueva era en la que, como segunda consecuencia, las empresas habrán de competir para atraer los perfiles requeridos (la mayoría nuevos) a sus empresas. Ello presionará al alza la cotización de algunos perfiles, con elevados conocimientos sobre las nuevas tecnologías y facilitadores de los procesos de toma de decisiones a través de la explotación de los datos, produciéndose una especie de transferencia de poder en la negociación en favor de los especialistas y en detrimento de las empresas.

A ello hay que añadir los rápidos avances observables en la automatización, a la que, en términos más genéricos sería más acertado definir como “progreso tecnológico”. Concepto que abarcaría, además de la automatización propiamente dicha, a la robotización, digitalización, inteligencia artificial,… entre otros.

Asociado al progreso tecnológico, se observa una rápida reducción del coste medio de los robots colaborativos (Cobots- collaborative robots), hasta el punto de unir a sus ventajas objetivas como mayor potencial de producción, no interrupción de la actividad (24/365), no bajas laborales, desaparición de reinvindicaciones colectivas,… la disminución de sus costes, hasta hacerlos competitivos, no ya con la mano de obra de los países desarrollados, sino incluso con el coste de la mano de obra de los países emergentes.

Ello explica en gran medida el rápido proceso de expansión de los robots en los entornos industriales y de servicios, especialmente perceptible en los países desarrollados con EE.UU. o la UE a la cabeza. En este caso, España también experimenta un rápido proceso de aceleración respecto a los ritmos de implantación de su entorno próximo.

Adicionalmente conviene remarcar que, contrariamente a lo que muchos piensan, el proceso de sustitución de personas por máquinas no sólo afecta a las labores manuales, repetitivas y que exigen elevados esfuerzos físicos, sino también a los trabajos de “cuello blanco”. Se estima que actividades relacionadas con la abogacía o la gestión de carteras de inversión por ejemplo, serán algunas de las más afectadas por esta ola de sustitución asociada a la innovación.

La combinación de estas dos tendencias (demográfica y tecnológica) deriva en una mayor concentración de la riqueza en los propietarios de las máquinas que se combina con la reducción del número de nóminas del sistema, con la consiguiente menor capacidad para el consumo y la inversión del sistema económico afectado y el mayor desequilibrio social.

Estos fenómenos no son ajenos a la CAE que, como economía de reducida dimensión, se ve sometida a la influencia de los mismos al igual que su entorno. Las diferencias vendrían dadas por la capacidad de respuesta de la misma ante tales cambios, por sus rasgos estructurales y por el desempeño de su economía. En cuanto a los primeros, es conocido que la economía vasca transita hacia una economía de servicios, si bien mantiene un elevado peso específico del sector industrial como elemento diferenciador. Ahí se inscribe el objetivo político de que la industria alcance hasta el 25% de la generación de valor añadido. Por otro lado, la colaboración público-privado viene de lejos en la CAE. “Auzolan” es un concepto muy arraigado en la cultura vasca, que alberga a la idea de compartir esfuerzos colectivos en pos de objetivos compartidos. Esta colaboración se manifiesta entre otros, en la experiencia de los clusters, donde la reordenación sectorial, con el diseño de estrategias individualizadas y equipos de seguimiento, ha convertido a la experiencia vasca en buena práctica internacional.

Por otro lado, la clara apuesta por la industria 4.0, se enmarca en la decisión de incorporar al tejido empresarial de la CAE a la cuarta revolución industrial, lo que constituye una magnífica oportunidad para ganar un espacio en el nuevo escenario que se sustenta en un cambio de modelo o paradigma, comparable a las grandes transiciones por la que ha discurrido la historia reciente.