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El Sistema Financiero ante el Green New Deal

El Sistema Financiero ante el Green New Deal

DEUSTO BUSINESS SCHOOL | 05/10/2020

Mikel Larreina Díaz 
Profesor de Finanzas de Deusto Business School

Se atribuye a Winston Churchill la frase “nunca desperdicies una buena crisis”. Esta actitud, en el pasado reciente, ha podido dar pie a abusos por parte de élites extractivas. En la recuperación pospandemia, puede ser positiva, acelerando cambios como la adaptación al cambio climático y la lucha contra el mismo.

El Sistema Financiero ha experimentado desde 2008 profundas crisis y cambios, quedando aún retos pendientes de innovación; ahora, el sector deberá transformarse radicalmente para que el compromiso europeo ante la emergencia climática, ejemplificado en el European Green Deal, tenga opciones de éxito.

Tras varias décadas perdidas, en 2015 se inició, incluso antes del Acuerdo de París durante la COP21, un replanteamiento de la responsabilidad del sector financiero en la urgente transformación de nuestra economía. Así, Mark Carney, entonces gobernador del Bank of England y presidente del Financial Stability Board, planteó en un famoso discurso que el calentamiento global y el cambio climático son riesgos ciertos para la estabilidad financiera e ignorados por el cortoplacismo de agentes y reguladores: “la tragedia en el horizonte”; más complicada de solucionar que la “tragedia de los bienes comunes”.

Desde entonces, se ha extendido la asunción de los Principios de Inversión Responsable con más de 3.000 instituciones financieras signatarias (con unos 100 billones -1012- de dólares bajo gestión); la mayoría de ellas están localizadas en Europa (entre ellas, las dos gestoras de Kutxabank: Kutxabank Gestión SGIIC, y Fineco, su banca privada).

En el ámbito público, se han creado la Red de Bancos Centrales y Supervisores para hacer verde el sistema financiero o la Plataforma Internacional de Finanzas Sostenibles, se ha aprobado parcialmente la taxonomía europea, y las máximas responsables del Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo han señalado la relevancia de las finanzas sostenibles tanto en sus discursos inaugurales como en su acción posterior.

Christine Lagarde señala que el BCE debe incluir en sus modelos los efectos del cambio climático (grandes catástrofes naturales, incremento del precio de los seguros, volatilidad de precio y volumen de las materias primas…) y su impacto en PIB, en inflación, y en otras variables. También avanza que el coste de refinanciación bancaria se modulará en función de la exposición del balance de cada banco a las energías fósiles. Finalmente, los programas de compra de activos del propio BCE deben ser sostenibles: no ha sido el caso de los programas de Quantitative Easing llevados a cabo desde 2012, pues se ha premiado desproporcionadamente a emisores de activos financieros cuyo negocio acelera el cambio climático.

El Banco de Pagos Internacionales, organismo multilateral conocido por los Acuerdos de Basilea de regulación bancaria, ha identificado el calentamiento global como un cisne verde que va a transformar el sistema financiero en el corto plazo.

Las instituciones financieras pueden verse afectadas de cuatro formas diferentes: existen riesgos físicos y riesgos de transición (incluidos los reputacionales), así como riesgos de responsabilidad legal (similares a los que ya han pasado grandes facturas por problemas de gobernanza) y riesgos sistémicos. Así, en el período 2010-2016 las pérdidas económicas asociadas a la mayor frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos han sido 127.000 millones de dólares como promedio anual. Del mismo modo, la transición a un nuevo modelo productivo será más costosa cuanto más se retrase, y generará activos varados (stranded assets): se estima que un 15% del Balance bancario europeo está en riesgo. Cada vez más inversores reducen su exposición (vía deuda o capital) a empresas que directa o indirectamente emiten gases de efecto invernadero, lo que cuestiona el valor de cientos de miles de millones de euros en activos financieros: 7 empresas petrolíferas han recortado el valor de sus activos por 87.000 millones de dólares durante 2020. No es extraño: las reservas de petróleo identificadas no pueden extraerse sin provocar daños irreversibles en el planeta. La desinversión de activos cuyo valor futuro es conocido (y nulo) explica tanto por qué Arabia Saudí acometió la mayor salida a bolsa de la historia, como la razón de que Aramco prácticamente no atrajera a inversores extranjeros.

La transición a una economía sostenible también genera oportunidades para las entidades bien posicionadas en financiación de economía circular, energía limpia, sumideros de carbono, y en gestión de activos sostenibles. El plan verde europeo movilizará 1 billón de euros (equivalente al PIB español) hasta 2030. El plan de recuperación post-covid 19 aprobado en julio alcanza 0.75 billones de euros (añadidos a 1 billón del presupuesto 21-27), ligados a la transición ecológica y digital. En este sentido, Kutxabank tiene desde hace años experiencias exitosas; además, Euskadi es especialmente sensible a la economía verde y a las finanzas sostenibles (ESG), con ejemplos como la fructífera colaboración entre Kutxabank, la Diputación Foral de Bizkaia y Deusto.

En resumen, la hora de actuar ha llegado, y los cambios van a ser rápidos y profundos, con una nueva forma de medir riesgos y mucha más incertidumbre. En palabras de la Directora del FMI: “si no te gusta la crisis de la pandemia, la crisis climática no te va a gustar ni un ápice”.