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El impacto de nuestras economías en el cambio climático

Imagen Sostenibilidad Interior - KUTXABANK

El cambio climático asociado a la actuación humana está afectando al planeta. Así lo apunta un Informe europeo de evaluación de riesgos climáticos de este año, de la European Environment Agency, que identifica 36 riesgos climáticos con consecuencias potencialmente graves en Europa, en el que se recuerda el punto de partida: 2023 fue el año más cálido registrado y la temperatura media global en el periodo de 12 meses entre febrero de 2023 y enero de 2024 superó los niveles preindustriales en 1,5 °C.

Europa es el continente que más rápido se calienta del mundo. El calor extremo es cada vez más frecuente y las precipitaciones extremas son cada vez más graves, provocando inundaciones catastróficas. El máximo exponente de sus consecuencias lo encontramos en la reciente tragedia provocada por la DANA en la Comunidad Valenciana.

Estos fenómenos, combinados con los factores de riesgo medioambiental y social, plantean importantes retos en toda Europa, explica el informe, relacionados con la salud, la seguridad de recursos básicos -como el agua, los alimentos y la energía-, los ecosistemas terrestres y marinos y la estabilidad financiera. Y va más allá, afirmando que el cambio climático es un multiplicador del riesgo que puede exacerbar los riesgos y las crisis.

Este diagnóstico es compartido por el Foro Económico Mundial, que en su Informe sobre Riesgos Globales en 2024 explica que los fenómenos meteorológicos extremos, el cambio crítico de los sistemas terrestres (un nuevo participante este año) y la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas son los tres principales riesgos a largo plazo. Y añade: están interrelacionados y se refuerzan mutuamente.

El impacto de los fenómenos meteorológicos y climáticos se expresa también en datos:

  • Las pérdidas económicas se elevaron a 738.000 millones de euros entre 1980 y 2024 (el PIBA de Polonia). En España, estás se estiman en más de 95.000 millones
  • Solo en 2023, las pérdidas globales se cifran en 358.000 millones de euros
  • En la Unión Europa, estos fenómenos han provocado más de 240.000 víctimas mortales entre 1980 y 2023
  • De medida, sólo un 15% de los bienes estaban asegurados en Europa, mientras que en Estados Unidos se eleva al 60%.

En los últimos años se ha constatado que hacer frente al cambio climático es un imperativo y que el funcionamiento de nuestras economías desempeña un papel crucial, tanto en la creación de la crisis climática como en facilitar o contribuir a la adaptación, el control y la resolución de la crisis, apostando por la descarbonización. De hecho, la Agencia Europea de Medioambiente advierte que la capacidad para evitar daños dependerá en gran medida de la rapidez con la que reduzcamos las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y de la rapidez y eficacia con que preparemos a nuestras sociedades para adaptarnos a aquellos impactos inevitables del cambio climático.

En este contexto, las evaluaciones nacionales de los riesgos climáticos se utilizan cada vez más avanzar en esta adaptación y los recursos financieros dirigidos a proyectos relacionados con la adaptación al cambio climático y la biodiversidad irán ganando peso, tanto desde el punto de vista de los proyectos financiables, como del énfasis en las políticas medioambientales, condicionando las decisiones de inversión.

En este sentido, el sistema financiero actúa de palanca del cambio con un doble papel: captar ahorro y dinamizar y sensibilizar a los ahorradores hacia líneas de producto dirigidas a la transición energética; y conseguir transformar el ahorro en crédito finalista, en proyectos que contribuyan a la lucha contra el cambio climático.

El sistema financiero dispone de procedimientos de gestión del riesgo en este ámbito, así como sistemas de diligencia para evaluar el riesgo climático y medioambiental de las grandes compañías, obligadas a declarar información ESG (Environmental, Social and Governance) y medir los pasos que dan para mitigarlo. Esta práctica se extiende también en muchos casos a la pequeña y mediana empresa (Pymes).

Asimismo, la demanda para la financiación de inversión sostenible de las empresas, la industria y la sociedad en general es creciente. Así lo constatan los números: El Plan Estratégico 2022-2024 de Kutxabank cifraba en 5.000 millones de euros el volumen de financiación sostenible y las previsiones apuntan a que superará los 6.700 millones de euros en el período; un 35% más de lo previsto hace tres años.